ELLA

Un rayo de extraña luz cayó repentinamente sobre mi piel, marcando un sino que no he de remediar.
De nombre oculto, voz roída por humo y desamores, de piel blanca y suave como su recóndito calor más sincero y con su máscara del color de sus penas, dibujada sobre el rostro… así llegó ella, repentina como orgasmo ardiente…
El juego comienza y tira la primera ficha. Se arriesga y apuesta a mi sigiloso perro que, en guardia, la observa. La huele. La estudia y, casi sin respirar, espera su próximo movimiento… La mordida será al cuello y causará una gran herida, pero mi perro sabe un truco para dilatar su dulce agonía. Mantiene la boca en su garganta, saboreando la sangre que escapa de la grieta abierta con pasión y ternura... más tarde, rendida sobre la cama, un último estertor pondrá punto final a la noche y se esconderá antes de que comience el nuevo día.
Yo observo a su perro, que ladra mil insultos e insinúa mil ansias… no le quito la mirada, pues sospecho que si lo hiciera, se abalanzaría sobre mis sueños y fantasías… y no quisiera perder semejante exhibición de sensual e instintivo fervor animal.
Por hoy, sólo resta continuar jugando… y esperar que los dados muestren su intención.

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