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Mostrando las entradas de abril, 2007

POLVO DE UN AYER

Recuerdo cuando tu magia bañaba mis tristes días y sucias noches… Recuerdo cuando tus besos ahogaban mis vacíos en el jarabe de tu pasión… Recuerdo aquellos momentos en los que tu piel hacía estragos en mi cordura… Recuerdo esos momentos en los que tu mirada se extraviaba más allá de mi espalda… lejos en la locura de mil espasmos. Recuerdo los simples instantes de silencio… silencio que hablaba de amor. Recuerdo… tantas cosas recuerdo… pero ahí se sepulta la vida… en el ataúd del recuerdo.

NIÑA

Hoy te necesité y no estabas... te ví a lo lejos, tomada de su mano. Quisiera ser el que te lleve a ese lugar que escondo en mis latidos, ese que he guardado para tí. Hoy me siento extrañado y no lo puedo remediar, pues la respuesta yace en el fondo de un mar de incertidumbres que sólo el tiempo hará desvanecer. No quiero, bajo ningún punto, perder el calor que irradia tu ser ni quiero ver obscurecido mi camino por la falta de la luz de tus ojos. Por eso es que voy a seguir mintiendo, pero sin esconder mi verdad. Verdad que se resume en sólo... DOS PALABRAS.

HAMBRIENTA IMPIADOSA

Una mujer es como la rosa que deslumbra con su perfección, pero que hay que saber tomar sin lastimarse. Una mujer debe siempre ser tratada con suma precaución…ya que es peligrosa como filosa cuchilla. Una mujer es y siempre será el más poderoso y dulce virus para un hombre, pues carecemos de defensa alguna ante sus miradas y caricias. De una mujer, nunca quieras saber demasiado, sus secretos podrían ultimar su propia magia. De una mujer, no pretendas más que esa ilusión que proyecta… podrías quedar abandonado en la esperanza eterna. Nunca te detengas a razonar sus caricias y besos, sus actos o dichos… puede que no sean más que mentiras… pulcras y hermosas mentiras de mujer. De una mujer, cuídate de sus besos… no los bebas muy de pronto, ya que podrías morir intoxicado por su pasión. Teme… y si puedes, corre para escapar de donde estés si una mujer llora por otro hombre… no hará más que ahogarte en sus ácidas lagrimas de amor por aquél, sin siquiera considerarlo un segundo. Pero, si pes