Entradas

Mostrando las entradas de diciembre, 2006

RESCATAME

En mis manos veo correr al tiempo que apura a la muerte mientras los que están afuera me mantienen aquí, sin saber, tal vez, que los enfermos no están de éste lado sino al revés. Los espío por el hueco de un ladrillo que se fue a un lugar mejor, a un lugar en el que no tenga que torturar con encierros a los seres que no piensan como se les ordenó, a los que sin querer, olvidaron lo que no deberían. Creen que están libres y están hundidos en un espeso humo de mentira y dolor. Están ahogados en una libertad dibujada por la mano herida de un Dios moribundo que les adorna el pecho con historias viejas de su libro favorito de fábulas. Los observo desde el patio, con mi viejo abrigo verde, mis pantalones azules y mis ojos llenos de medicación. Sentado en mi silla de ruedas… a veces me pregunto… de qué le sirven esas ruedas si no me llevan a dónde quisiera? Extraño el sonido de mi habitación, el olor de mis mañanas, el dolor de mis noches, el calor de mi elegida soledad. Tengo en mis manos, a

IRONIA

La noche estaba tan fría, amada mía. Lejos de tu carne mis sueños se apagaron bajo un manto de soledad. La noche estaba tan fría, amada mía. Esperando al tren que a todos nos lleva a destino final, esperando volver a sentir tus dulces manos acariciando mis manos. La noche estaba ya tan fría, amada mía que decidí dejar de esperar al tren que a todos nos lleva a destino final para correr hacia ti con la velocidad de la bala que atravezó mi sien. La noche está aún tan fría, amada mía, pues quién no espera el tren no encuentra el camino y se pierde en la obscuridad.

MUERTO AMANECER

Escondido en el corazón de la montaña más alta del Valle de los Lobos, vivía un guerrero... habitaba sólo, ya que sus padres habían sido raptados por aquél que viste de negro, por ese ente al que llaman muerte... Sus ojos eran obscuros como el pensamiento del mismo diablo, sus brazos fuertes como el odio de mil bastardos, su cabello era largo como el propio tiempo... nadie sabía bien cuantos años hacía que estaba él en esos suelos, pero todos sabían quien era... Amado por algunos y odiado por la mayoría luchaba contra el terror que causaba sobre esas tierras el rey Adiclores. Dueño de las tierras hasta donde los ojos ya no ven. Sangrientos eran sus deseos y sangrientas eran las realidades en ese tiempo. Pero esa noche la Luna parecía prever lo que sucedería, pues estaba escondida detrás de las nubes del sur. A largas distancias se escuchaba ya el pisar de su caballo, era como si latiera la tierra misma... Venía oculto en las sombras. Pasó por el pueblo sin ser descubierto por ojo algun

MORIR PARA TI

Te recuerdo allí sentada con los ojos abiertos, como observando el vacío que se posaba en la impasible ventana mojada por las lágrimas que del cielo caían, llorando la muerte de mi dulce ángel. Ví volcada sobre tu hermoso cabello negro la luz de aquella luna que, disimulada detrás de las entristecidas nubes, suplicaba la piedad de un Dios frío y duro como el acero. Al entrar a tu alcoba no pude evitar ser ahogado en el hedor de tu sangre derramada, de tu dolor que aún en el aire flotaba como espesa niebla. Mis piernas se quebraron ante la congelante imagen de mi pequeña hada allí tendida, desangrada, desgarrada por la violenta mano de aquél que encandilado por su negro amor te detuvo en el tiempo de manera tan cruel. Te recuerdo pálida, tiesa, casi dormida en tu lecho de sufrimiento… bañada en la sangre que brotó de tu corazón, ahora interfecto. Me quedaré a tu lado, amada mía, esperando que la misma muerte que te arrancó de mis manos, coseche mi alma, pues mi corazón latía sólo para t

RESURRECCION

Años he estado en la obscuridad de mi lenta muerte, mi amarga muerte. Años esperando la llegada de la persona que tome mis restos en sus manos y me entierre al fin en medio de su pecho. Años durmiendo sólo con mi frío ser, sólo con mi niño descalzo, sólo. Años enteros han pasado desde que no vivo, años en los que he olvidado lentamente el calor de los besos, de los abrazos, el calor del amor. Días enteros he perdido llorando tu tardía venida, esperando. He visto los oasis más hermosos, pero jamás se realizaron mis sueños... hasta que un día, o tal vez una noche, decidiste abrir los ojos para ver mi muerto corazón. Te acercaste, me besaste y comenzaste a reparar el daño que otros habían causado, como si tuya fuera la culpa, me cuidaste desde el primer momento. Tal vez por tu inexperiencia o simplemente por tu ser tan especial, me amaste... y yo no tuve opción, no tenía otra alternativa, mi corazón había resucitado por tu sangre, mi sangre negra ahora fluía, corría veloz por mis venas...