MORIR PARA TI

Te recuerdo allí sentada con los ojos abiertos, como observando el vacío que se posaba en la impasible ventana mojada por las lágrimas que del cielo caían, llorando la muerte de mi dulce ángel.
Ví volcada sobre tu hermoso cabello negro la luz de aquella luna que, disimulada detrás de las entristecidas nubes, suplicaba la piedad de un Dios frío y duro como el acero.
Al entrar a tu alcoba no pude evitar ser ahogado en el hedor de tu sangre derramada, de tu dolor que aún en el aire flotaba como espesa niebla.
Mis piernas se quebraron ante la congelante imagen de mi pequeña hada allí tendida, desangrada, desgarrada por la violenta mano de aquél que encandilado por su negro amor te detuvo en el tiempo de manera tan cruel.
Te recuerdo pálida, tiesa, casi dormida en tu lecho de sufrimiento… bañada en la sangre que brotó de tu corazón, ahora interfecto.
Me quedaré a tu lado, amada mía, esperando que la misma muerte que te arrancó de mis manos, coseche mi alma, pues mi corazón latía sólo para ti.

Comentarios

Anónimo dijo…
Adverso vacío. Soledad aterradora. Amargo, todo amargo.

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