300 SEGUNDOS

Sólo cinco minutos para un torrente de nada en medio de tanto bullicio. Una bocanada de silencio para asfixiar este infierno de gente. Un manto de piedad para cubrir los huesos de esta urbe desnuda de amor, pero merecedora de clemencia. Sólo cinco minutos y no más, para comenzar a entender el entretejido del Universo. Me bastaría con llegar al ojo de la cerradura para espiar los disfraces de Dios… esos con los que intenta satisfacer a un Demonio de manos abiertas y patas frías de tanto esperar. Cinco minutos… no más.

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