CERO

Nada te rescata. Nada te alcanza. Nada es lo que esperabas cuando la puerta te tapa el sol. ¿Cuántos juguetes quemaste para llegar a este día? ¿Cuántas preguntas preferiste no hacerte? ¿Para qué tanto apuro, si lo que perseguías era tan difuso? Un puñado de segundos para no implotar. Una porción de momento para esquivar la realidad. Una ley seca de amor en mares de caras por reflejar. ¿Cómo llegaste hasta acá? Tengo el apuro que trae el vacío. Tengo la maldita necesidad de rescatar lo que siempre tengo que rescatar. Eso que aparece y, sin darme cuenta, se vuela con el viento inevitable de lo que se enmascara para no desaparecer entre sus propios miedos. ¡Ah! Los miedos... Barcazas para los seres amargos cual realidad.

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