MANIFIESTO

¡Por supuesto que soy un niño! Así me he soñado y así escribiré mis días. ¿Quién quiere dejar de soñar? Dejar de volar, aprender, jugar e imaginar cientos de historias interminables. Historias de amor y dolor. Historias dibujadas sobre un papel viejo y arrugado con mi nombre borroneado.
No hay manera de que mis ideas sean las mismas que leíste en otros ojos. Jamás seré lo que aprendiste a tolerar, pues mis miradas son sinceras y escarbadoras.
Sé perfectamente que te cuesta entender mis palabras arenosas… es sólo cuestión de que abras tu pecho y escucharás con el corazón, que es, a fin de cuentas, el único que sabe oír lo que el hombre necesita.
Me he descubierto pensando en tu cabello abrazando mis dedos que se quieren adueñar de tus deseos. He fantaseado horas y días con tus labios, hasta verlos desdibujarse en la niebla del presente.
No puedo, puesto que en realidad no quiero, evitar que cocines mi alma. Será bienvenido, si me entregas, a cambio, un lugar en tus recuerdos.
Hoy verás a éste niño disfrazarse de hombre, sin la máscara de niño… pero no olvides que nadie es quien nunca fue. Tú, yo… somos meros retratos de nuestras esencias.

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