ESCONDIDA BAJO TIERRA

No olvides decirle que la amas, siempre puede ser tarde.

Los gusanos le hacen el amor a lo que queda de tu cuerpo, mientras el perfume de tu carne putrefacta inunda el cajón que te cobija.
Un festival de muerte y pasión imperturbable se alimenta de tus cabellos que, aún difunta, crecen para enredarse con las raíces que violan tu lecho.
Tus ojos se hunden y esconden para no ver en lo que terminó el cuento de tu vida. No quieren aceptar la realidad que te ahoga y tus huesos duelen vencidos por la crueldad con la que el tiempo los consume. Es un dolor agudo… lo sé.
Tu piel cae en pequeños trozos de pudrición que alimenta tus pesadillas más obscuras. Porque aún estando muerta, puedes sentir el frío de la soledad y el silencio del encierro, pero tus músculos no responden a tus tácitos gritos de dolor y te atan a la inmovilidad eterna.
Perdida en el escenario que te amordaza en la negrura de sus telones, ruegas piedad… pero olvidas algo… nadie escucha los quejidos de los muertos, pues por eso los sepultan.

Comentarios

Anónimo dijo…
No hay mayor impotencia que la muerte.

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