MIRADA

Un día oscuro como cualquier otro día oscuro te apareciste en mi espejo cuando sólo buscaba ver mi triste alma, ver mis ojos mirando mis ojos. Sólo quería entrar en mi cabeza para hacer la limpieza que siempre hago, pero no pude porque tu imagen violaba la veda que precariamente levanté a tu persona.
Frente al espejo, ahí parado, mirando lo que nunca pude ver, mis ojos mirando mis ojos, pensé en algo que nunca había pensado. Pensé que si no estabas conmigo era porque así lo deseaste… estar lejos de mi piel te hacía bien, puesto que mi piel y mi sangre ardiente de mi te quemaba el corazón.
Aquél día oscuro, como cualquier día oscuro sentí algo que jamás había sentido antes… me había sentido bien viendo lo que nunca alcancé a ver… mis ojos mirando mis ojos.
Miré al espejo y al verte pedí solo una cosa, lo único que en realidad quería… pedí que te quedaras conmigo, pero al parecer ya habías descubierto mis locuras y mis miedos… era tarde ya para darme la oportunidad que nunca me habías dado. Era tarde para todo intento de fracaso.
Saqué de mi pecho todo lo que pedías en tus silenciosos gritos, te lo di y lo rechazaste, y te quedaste con el moho que te comía hacía años ya, moho que se había comido tu carne hasta hacer hogar en tus pobres huesos.
Te ofrecía cosas que querías, que necesitabas y las rechazaste aferrada a tus locuras y miedos… miedos y locuras distintos a los míos, pero locuras y miedos fuertes.
Las horas pasaron y yo seguía de pie frente al sucio espejo, pensando. Acaso habrá alguien que asista a mi entierro? Pocas serán las personas que estén en ese último momento de mi vida. Pensaba, también, y me preguntaba… me preguntaba sin responder. Qué tengo? Qué hice? Que recordarán de mi?
Frente al sucio espejo esperaba las respuestas que cayeran del borde del marco. Sucio marco sin respuestas.
El maldito espejo me miraba, porque no era yo reflejado en él, yo nunca me vería tan patético, tan tristemente patético, siempre me lo prometí. Su mirada me incomodaba tanto que tuve que matarlo, porque no reflejaba lo que yo quería, sino que reflejaba la perversa realidad de mis penas.
Y ahí estaba el espejo. Roto en el suelo. Intenté rearmarlo para reparar los daños que le había causado, por haber roto sus reflejos hirientes, por haber matado su verdad, por no haber aceptado lo que me daba… así como tú no habías aceptado lo que yo te daba.

Comentarios

Anónimo dijo…
Caray amigo, ¡Que bien escribes y que bella y dura manera tienes de expresar la realidad y quizá tu realidad.
Lo que dices es lo que nos pasa a muchos ¿a todos?, y que no podemos (no sabemos)expresar como tu lo haces.
Es grato de alguna manera poder ver nuestros pensamientos, nostalgias, olvidos y miedos tan claramente expresados en tus palabras.
Tu prosa me conmueve y me pone a pensar.
Gracias por escribir de esa manera.

Entradas más populares de este blog

AVERNO

LA MULETA AGRIETADA

SOY LO QUE VES